En parte somos historia.
¿Por
qué me gusta la Historia? Es una interesante pregunta que no ha faltado quien
me la diga y yo mismo a veces me la hago. La Historia pasó de ser para mí una
colección de datos, nombres, fechas y rostros, a básicamente: una herramienta y
un arte. Me explico, es una herramienta porque me ha permitido saber parte de
quién soy, de dónde vengo, dónde estoy e incluso a dónde iré. Es bien sabida
esta aplicación utilitarista de la Historia, incluso con eso esa sentencia de
“quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. Y, aunque no dudo en
absoluto de la realidad de este famoso dicho y de hecho creo firmemente que
todos deberíamos tomarlo muy en serio, sé que no es la única aplicación de la
Historia. Como dije, me gusta porque me ha permitido saber parte de quien soy,
saber la Historia de México me ha permitido saber que soy mexicano y qué
significa ser mexicano; saber la Historia del mundo me ha permitido saber que
soy parte de ese mundo, y de ese recorrido que ha venido a llamarse Historia
Universal. Soy consecuencia de ese pasado, y a la vez causa de ese futuro, soy
un eslabón más, pero no cualquier eslabón, soy el eslabón que me tocó vivir. Y
al final, me ha permitido saber que todas esas “Historias” son historias que
son sólo una parte de una gran historia, que al final todas son parte de una
Historia de la humanidad, saber esto me ha permitido conocerme y saberme como
humano, por más distante que pueda parecer la vida de la sociedad de hace
siglos se reconoce esa esencia humana, que sin duda seguirá indefinidamente.
Ahora
bien, también dije que la Historia es para mí un arte, para explicar esto me
viene a la mente algo que un día me dijo alguien: la Historia es literatura. La
Historia es para mí el arte que se expresa escribiendo, narrando, leyendo, pero
sobre todo investigando, y como cualquier arte puede admirarse, así yo admiro
la Historia, me deleito contemplando cómo fue mi ciudad, mi país, mi cultura, y
sí, a veces esto es riesgoso, pues para un melancólico como yo esto puede
generar la idea de una Historia como monumento, un pasado como estatua
gloriosa, y creer de paso que “el pasado es mejor que el presente”. Esto es un
peligro, pues la Historia si bien tiene parte de añoranza del pasado, es más
que pasado, es presente también y es desarrollo, desenvolvimiento humano.
Javier Issac Garcia.
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